Han pasado ya dos semanas desde mi llegada, todo mi trabajo ha sido normal, lo único diferente es que se ha hecho una gran amistad con Hyde. Mi tranquilidad había sido muy grande, hasta los siguientes hechos: cierto día chateaba con Blanca, platicábamos sobre Hyde.
- Debe ser genial vivir con él.
- Así es amiga, es una persona magnifica.
- ¿Qué me estas ocultando Mary?
- ¿? Nada ¿Por qué piensas eso?
- Porque estas enamorada de Hyde.
- Cómo tú amiga.
- ¡No! Mary no te hagas, no hablo del artista hablo del hombre. Te estas enamorando del hombre.
- No.
- Claro que sí, te conozco y estas enamorándote de él.
Desde esa conversación me encuentro muy inquieta ¿será verdad? No me puedo engañar es verdad, su compañía me es necesaria… siento que no puedo estar lejos de él.
Este sentimiento me entristece porque Hyde no me ha dado ni una señal de amor, además esa relación es imposible, la diferencia de edad es enorme yo con 22 años y el 44.
Se abre la puerta…
- ¿Quién eres tú? - Es una mujer muy guapa.
- Soy la asistente de Hyde ¿y usted?
- Soy Mika la esposa de Hyde – siento que mi corazón se rompe en mil pedazos, siento un vacío en mi estómago - ¿Dónde está mi esposo?
- No se encuentra, me dijo que saldría a tomar una copa.
- Y entonces ¿Qué haces aquí?
- Aquí vivo por disposición de su esposo.
- Pues no me parece, recoge tus cosas te vas a un hotel mientras conseguimos donde vivas – mientras se sienta en el sillón.
Ya no digo nada, voy a mi recámara y comienzo a recoger mis cosas. La tristeza que me invade es enorme, venir aquí ha sido mi peor error. Amo a un hombre prohibido, tengo que callar e irme.
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