Mi primera noche en Japón fue pésima, entre el cambio de horario y el saber que dormía en la misma casa que mi ídolo.
Al amanecer lo primero que hago es arreglarme, quiero verme bonita y no recién levantada de la cama.
- Buenos días – dice Hyde ya sentado en el comedor.
- Buenos días – aún me pongo nerviosa al hablarle.
- Siéntate, ¿Qué tal tu primera noche?
- Bien gracias, es difícil el cambio de horario.
- Pronto te acostumbraras – nuevamente me sonríe dulcemente y ha esto siento que me sonrojo y bajo la mirada.
Mi primer día de trabajo transcurre normal pues ya estoy acostumbrada a estar en juntas, pero ahora es diferente, porque antes eran juntas de negocios y ahora son planeaciones de presentaciones y demás. Aun no tengo la oportunidad de platicar con los Larakus pues debo ser profesional.
Ya en la noche por fin estoy descansando del agotador día que tuvimos, salgo a prepararme un café, me encuentro a Masashi quien se prepara para irse.
- Buenas noches señorita.
- Buenas noches Masashi.
- ¿Puedo ayudarla con algo?
- Gracias, pero ya descanse yo me preparo mi café.
- Si señorita ya casi me voy solo le llevo su café al señor.
- Si quiere yo se lo llevo.
- Bueno, gracias señorita entonces me voy, el señor está en su despacho – señalándome la puerta más cercana a mi recámara.
Llevo el café a Hyde, toco la puerta…
- Pasa Masashi – el despacho tiene dos libreros en los laterales, un escritorio y en el centro una mesita con un sillón y ahí está Hyde sentado leyendo.
- No, soy Mary ¿se puede?
- Claro – le doy su café.
- Espero no te moleste que te traiga el café.
- Para nada, al contrario, gracias. Toma asiento – así lo hago – mañana no tenemos trabajo, si quieres ir a conocer la ciudad, Masashi puede llevarte yo me puedo atender y no quiero te pierdas.
- Gracias, aunque me quedare aquí.
- Entonces nos haremos compañía – nuevamente me sonrojo - ¿puedo comentarte algo?
- Dime.
- He notado que cuando te sonrojas tiendes a bajar la mirada ¿Por qué?
- No lo sé me siento apenada.
- Te doy un consejo: no deberías sentirte así, el sonrojarte hace que te veas más linda, bueno a mí me gusta cuando te sonrojas.
- Gracias – le regalo mi primera sonrisa.
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